
Estaba acostumbrada a la soledad, hasta que llegó la gatita, más tarde apareció la lagartija. Pensó que no eran incompatibles, terminarían entendiéndose y hasta encariñándose.
El día que vio la mancha de sangre sobre la alfombra, el corazón le dio un vuelco. Recorrió habitaciones esperando no encontrar lo que imaginaba.
En el baño, sobre la alfombrilla, estaba el pequeño cuerpo ensangrentado y aplastado de la lagartija.
Llena de ira y coraje agarró a la gata y la metió en la lavadora con programa largo y sin suavizante.
Mujer..¿Y qué culpa tenía la pobre gata? sólo siguió lo que su instinto le dictaba. Aunque doméstico, no deja de ser un felino al que le encanta "juguetear" con bichillos más pequeños, y claro, tiene uñas y dientes.
ResponderEliminarEso si, terminó el cuento más limpia que la patena. :-D
Me encantan tus textos!.
Besoss
Max como dices :"instinto". Eso es lo cada cual siguió, y ya sabes...el más fuerte...
ResponderEliminarOye muchisimas gracias, me sorprende que te gusten, no creo hacerlo bien, pero estoy en ello.Me divierte y lo tomo como una gimnasia mental.
Besos.
Pobre. :(
ResponderEliminarA mí también me gustan tus textos.
¡Pobre!, ¿quién?.
ResponderEliminarMillón de gracias Abriendome.