10.9.09

UNO



Le encantaba pavonearse exhibiendo sus esbeltos y bien formados muslos, sus rotundas nalgas.


Cada día paseaba con movimientos lentos, marcados al ritmo de una salsa y de reojo sentía la envidia ajena. Se había vuelto adicto a esa sensación, como que el esqueleto se estiraba cinco metros y una bocanada de aire fresco y embriagador le elevaba por encima de los demás.


Los compañeros del recinto comentaban lo duro que era tener que depilarse cada dos días, para mantener esa belleza que al pobre pavo le estaba poniendo la piel de gallina.

3 comentarios:

  1. Hace muchos años me vi obligado a depilarme casi totalmente para interpretar un musical teatral que así lo requería. Todavía recuerdo la constante picazón que me devoraba día y noche. Cuando ahora veo a los chavales todos depiladitos, no acabo de entender el por qué de esa tendencia. Comprendo que un tipo muy peludo lo haga, pero por norma me parece una chorrada total, aunque ya se sabe que la moda es la moda.

    Besos Grazia.


    PD: Por favor, hazme saber si puedes ver mi última entrada (5 sept). A veces me ocurre ésto, y me temo que vuelve a pasar.
    Gracias

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno ,a veces a que sufrir algo para estar en pie del cañon.
    Bonito relato . Me gusta

    ResponderEliminar
  3. Max y Alex: Gracias por vuestro comentario.

    ResponderEliminar

Datos personales