
Durante las noches de estío y con tormenta un sueño profundo les hace olvidar su naturaleza humana. El sudor empapa su piel, un líquido transparente e incoloro de olor desconocido rezuma por los poros, al evaporar provoca una convulsión en sus cuerpos y desencadena su instinto salvaje. Saltan enloquecidas y van al encuentro en un punto cada vez diferente, variable y caprichoso que sólo ellas conocen.
Saltan unas sobre otras y todas a la vez, contorsionan felinamente, emiten gemidos, aullan....en una danza bestial y salvaje que se prolonga hasta las primeras luces. Quedan exhaustas a su regreso, sin recuerdos ni memoria.
Los pocos que las han visto no pueden reconocerlas, se transformas en imágenes exactas a la primigenia.